Se trata esta vez (otra más) de mostraros inquietantes testimonios de alienamiento animal. Y, nuevamente, alienamiento provocado por individuos humanos. Ejemplos que afectan a perricos y gatucos en esta ocasión, los animales de compañía más habituales y universales. ¿Y a qué se refiere este pedante ser con "alienación"? A lo que sigue:

Diremos pues que estos bichejos que os mostraré a continuación están "alienados". Y con ello quiero decir:

Y son las personas los que los "alienan". Y este verbo viene significando:

Y finalmente, "enajenar" viene siendo:

Vale, una vez todo aclarado, pasamos a la primera víctima animal. Un gatuco agarrado a su currusco de pan. Es suyo y tiene hambre. Pues nada, hagámosle la puñeta. Ríamonos de cómo se mosquea cuando intentamos quitárselo. Porque las cosas como son, ¿hay otro fin? No, se trata de tocarle la moral básicamente, y partirse cruelmente de cómo el bicho se aferra a su tan ansiado currusco contra viento y marea. Resultado: bicho frenético, rozando el estado de histerismo. Consecuencia lógica y justa que debería producirse: que el gato puteado se lanzase directo al jeto del bromista (¡con la comida no se juega!), garras en ristre, para dejarle impreso en la faz un bonito tatuaje maorí. Esta parte sin embargo, nos la han censurado.

Vídeo enviado por Sergio.

A continuación, el caso del cadelo. Pequeño cachorrillo que da penita. Desde su jaulilla en la tienda de mascotas intenta venderse lo mejor que puede, para que lo adoptes. Pero a este bicho se le va la olla. Le han puesto alguna peli chunga y ha pillado trucos. Abogo porque le han puesto "Gremlims". Lo han alienado, porque esto no es natural. No. Es hasta inquietante (compañeros y amigos de la nave del misterio). ¿Se trata acaso de un can con complejo de Gizmo? ¿Está eso inventado? Un testimonio turbador, sin más. Pero de una efectividad supina a la hora de dar lástima.